martes, 16 de octubre de 2012

TIEMPO DE SILENCIO de Luis Martín-Santos

Se abre página para recibir comentarios al libro y/o su autor



3 comentarios:

  1. Animo a todos los participantes a esta Tertulia Literaria a realizar comentarios utilizando esta ventana.

    ResponderEliminar
  2. María Jesús Ortega (Primera Parte)

    A PROPÓSITO DE “AGORA”
    A PROPÓSITO DE “TIEMPO DE SILENCIO”
    (Algunos axiómas desarrollados)
    El saber molesta al ambicioso. Ve en peligro lo que posee o piensa poseer. En general, todos somos ambiciosos, pero unas personas lo desarrollamos más o menos que otras.
    En los estados dictatoriales se abren pocas Universidades, pocas Escuelas. Hay servilismo, favoritismos, abuso de poder (contagioso por escalas), son típicos los “chivatazos”, hasta por la propia familia, pasa en todas las orientaciones (derecha, o izquierda), hay cámaras en los trabajos y se sabe todo de todos. Se asegura el ¿poder, el estatus…?
    No pensemos que, porque cambiamos somos mejores, ¿acaso es mejor el cambio?
    Si queremos cambiar es porque, sencillamente, nos encontramos mal como estamos, pero lo que nos hace estar mal, no es lo que queremos cambiar, es el deseo de sentirnos distintos. La monotonía nos mata…
    Si yo digo a mi máximo enemigo o rival en algo: “¡vengo a martirizarte. Ahora me toca a mí!”, no cambio nada ni en mí ni en él. No en lo esencial, que es, nuestra, o mí nueva perspectiva, para ser distintos y mejores. El cambio lo hace el “camino”, no el acto anterior o los anteriores. Sabemos que nuestro camino es nuestra personal andadura. Nuestra experiencia acumulada.
    Nada es presente. Cuando lo nombras, ya es pasado…Yo soy ahora, ¿en qué décimas, centésimas, milésimas de segundo?
    Heráclito, nos habló del devenir y aún sabiendo que el pasado, es pasado y que apenas tenemos presente, no cambiamos ni nos esforzamos en cambiar lo que está mal, y se arrastra de generación en generación. El deseo de riquezas, mueve, a efecto personal, a demasiadas personas, que, pasando la línea de la ética y los valores que debemos conservar, lo anteponen a todo sin ninguna empatía por el subalterno, súbdito, compañero etc. etc.

    ResponderEliminar
  3. María Jesús Ortega (Segunda Parte)
    En la vida, siempre hay alguien que quiere mandar, pero cómo sabemos que es el idóneo
    ¿por sus errores? No
    ¿por su actitud? Quizá
    ¿por sus aciertos? Algo
    Quién manda siempre es responsable. Quién manda, tiene que medir justo.
    En una familia es difícil complacer a todos. El padre y la madre han de andar con cuidado, porque siempre beneficiar a los mismos es muy malo para el perjudicado (trauma moral) y también para el beneficiado (alas que no debe tener).
    En el lugar de trabajo, ocurre igual…, si el “jefe” solo beneficia a su “preferido” o “preferidos” y a los demás los ignora, aún teniendo igual o mayor mérito, pasa igual que en la célula familiar.
    Los olvidados se callan. De vez en cuando se revelan.
    Otras veces se autodespiden o siguen aguantando con depresiones, infartos etc., y, otras se vengan (cada uno lo hace a su modo).
    En todos tiempos, en todas las sociedades, en todo el mundo, se repite la misma historia. No hemos asimilado ni puesto en práctica a pesar de nuestros milenios de evolución, que somos iguales. Por ésta y alguna otra razón, pero de menor peso y asociada a la diferenciación, ya descrita, seguimos, sin mover ficha en el tablero que han atrapado unos pocos.
    El racismo no es de esta era. Existía ya antes de Cristo y como defensa propia. El miedo al otro se da en todas las razas humanas y también entre razas hay miedo, porque se intuye un peligro que no tiene razón de ser (al menos hasta que se demuestre lo contrario, y siempre se ataca antes de que se pueda demostrar mala intención en el atacado).
    Tememos al otro si no le conocemos. Si le conocemos: más…, aún sabiendo que el otro es una réplica nuestra…, el otro soy yo, la otra soy yo. Me temo a mí misma, porque es difícil adivinar cómo voy a obrar.
    La verdad es bella. Si se sabe no se necesita. La tienes. Es: una misma. Es: uno mismo…, somos nuestra verdad, pero no la de los demás, aunque seamos ¿idénticos?
    Aunque seamos una réplica de ¿la otra?, ¿del otro?, ¿de todos?
    Si los otros tergiversan nuestra verdad, nuestro yo, surge un conflicto, que lo es tanto para el que lo recibe como para el que lo produce, pues la conciencia no lo va a dejar, como antes del hecho.
    La inteligencia en la mujer, es cosa de hace poco. Somos, menos evolucionadas, porque no nos dejaron pensar antes…¡¡¡tremenda injusticia!!!, pero todas las mujeres o, casi todas las mujeres, procuramos pensar de modo óptimo(tenemos en el alma la prole).
    De todas formas, tanto en el hombre como en la mujer, es difícil, hacerse oír. Cuando oímos, y pasamos al siguiente proceso, el de escuchar, algo interesante a los demás, quizá, lo guardamos en nuestra memoria, pero a los dos días ya se nos ha olvidado.
    ¿Quién dijo de ponerlo en práctica?, ¡de eso ni hablar…! Si no damos un paso por nuestras propias ideas, ¿cómo vamos a darlo por las de los demás?
    ¿Hasta cuando Sisífo seguirá moviendo la piedra de arriba abajo, de abajo a arriba…? ¿Cuánto falta para ejercer de pensadores?
    Alicante 1/11/12
    Mª Jesús Ortega Torres

    ResponderEliminar