(Por Manuel Sánchez.)
Coordina la sesión Pilar Modrego y modera Carmen
Llavador.
Asisten 17 tertulianos.
Pilar recuerda que la comida de final de trimestre se
celebrará en el restaurante Los Ibéricos de la Plaza de los Luceros el miércoles día 19 de diciembre.
También se propone leer dos cuentos para alguna
próxima sesión. Se acuerda leer: “el encaje desgarrado” de Pardo Bazán, y “Luviana”
de Juan Rulfo.
La
sesión se inició con la presentación de la novela El mal de Pornoy de Philip
Roth por parte de Manuel Sánchez.
En las
intervenciones de los tertulianos se destacó que el protagonista de la novela
se siente culpable y poco satisfecho de sus conquistas amorosas. Siempre está
pensando en la siguiente aventura sin disfrutar de la presente.
Alex actúa ante el psicoanalista como un actor. Parece
que estuviera contando la vida de otro y no la suya propia. No se manifiesta
angustiado ante el psicoanalista, sino que expresa una queja permanente.
La
escenas de sexo están bien descritas y con humor. Resulta algo repetitivo,
también cargante, y las escenas tampoco presentan pasajes de belleza.
La
fecha en la que fue escrita la novela, año 1969, refleja el movimiento
libertario del Mayo de 68: libertad de la mujer, el uso de anticonceptivos,
crítica de la sociedad represiva de la época y lucha por la libertad contra los
tabúes tradicionales al estilo de otro escritor judío, S. Bellow.
En
algunos momentos el relato del sexo resulta perverso y trivial. La madre es
“educadora” y castradora a la vez. La represión se libera con el exceso de
sexo. También resulta castradora la sociedad en la que crece el protagonista.
En algún momento se cuestiona el sistema americano como corruptor del individuo. (Último capitulo de la
novela).
El Mal
de Portnoy combina altruismo y pulsión sexual. A veces resulta perverso: “ser
malo y disfrutar siéndolo” en eso consiste ser hombre.
Roth
crea mundos. El protagonista expone su mal, su problema al psicoanalista
atrevidamente, aunque en ese encuentro predomina más la imaginación que la
realidad. El libro habría sido considerado pornográfico si no hubiese expuesto
el problema ante el psicoanalista.
Llama
la atención que el protagonista apenas si tiene amigos, mientras que abundan
los juegos con las chicas blancas, no judías.
El
libro resulta machista y tal vez por ese motivo gusta poco a las mujeres
lectoras. Las mujeres no gozan de buena prensa en las novelas del autor.
La
novela es un delirio histérico y termina con un “ Aaaaaaa…” Ahora podemos
empezar, concluye el doctor.
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